Digan lo que quieran.
El fútbol embrutece y es, hoy por
hoy, el más sucio de los negocios-exceptuando la política-, que no es lo mismo,
pero es igual.
Pero vamos a la otra orilla del
río.
Yo festejo, hasta las lágrimas.
Por este país, por la alegría de
mis vecinos, porque en mi cuadra hay tres o cuatro profesores y espontáneamente
sacan su bandera chilena y cantan un himno, lejos de los nacionalismos
imbéciles, porque eso es el fútbol, una canción de cuna para cada uno de
nuestros dolores.
Cien largos años, pasan para que
nos miremos a la cara y por fin, los volcanes se calmen, los ríos se desborden
sin muertos y la placa infeliz que soporta este territorio se tranquilice en
nuestras sonrisas, porque a veces, sólo de vez en cuando, la primavera se
recuesta en este territorio y los inviernos del mundo se van con un gran tacle
deslizante de nuestras defensas morales.
Mientas sostengo esta bandera,
repaso y se me vuelven tantas fotografías a la cabeza: El penal de Caszely; los
incendios de Valparaíso y en Torres del Paine; El gol del Pato Yáñez; Lucien Bouchardeau y su cobro brujo; El 27 de
Febrero 2010; La Isla Orrego en Constitución; “Alto Río”; El gol de Salas a los
uruguayos en la clasificatorias a Francia 98; El “Perro verde”; Los soldados de
“Antuco”; Los volcanes, los volcanes y los volcanes; las marchas por la
educación; el título de la Unión el 2013; la despedida de Bielsa; El travesaño
de Pinilla; El bisturí de Roberto Rojas; El Mundial de Estados Unidos hinchando
por Bolivia en la universidad; El gol de Vargas contra España; Chañaral
desapareciendo entre el barro; Chaitén como un pueblo fantasma; la final robada
a la Unión en la década del 70 contra Independiente; el Estadio Nacional
repleto de prisioneros políticos; El “corto” de Leonel en la esquina norte que
derribó al italiano; la patada de Chavarría a Francescoli; La de Raúl Ormeño en
las Trágicas clasificatorias a Italia 90; Astengo suspendido por 500 años; Ivo
Basay haciéndole un golazo a los brasileños en la Copa América del 87; la
niebla de Talca y Rangers tratando de no irse a tercera.
Todas estas imágenes en colores y
en blanco y negro, se me vienen a la cabeza, mientras un muchacho de Tocopilla,
hace gestos a la cámara, morisquetas que gobiernan los nervios y con toda la
rebeldía del nuevo Chile, define la serie ante Argentina con una “Panenka”
sacada de otro repertorio.
La rebeldía.
Este último penal, sacude a
Chile, porque Chile se sacude hace rato, de nuestros dolores; de nuestros
miedos; Chile, a través de un penal, por fin puede soñar despierto.
Ya volveré a escribir sobre otras
miserias, sobre este mundo que se cae a pedazos en tantos lados.
No todo es herida. Hay sonrisas
esperando allá afuera.
Salud, campeones!
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