lunes, julio 06, 2015

Crónica de un sueño en blanco y negro.



Digan lo que quieran.
El fútbol embrutece y es, hoy por hoy, el más sucio de los negocios-exceptuando la política-, que no es lo mismo, pero es igual.
Pero vamos a la otra orilla del río.
Yo festejo, hasta las lágrimas.
Por este país, por la alegría de mis vecinos, porque en mi cuadra hay tres o cuatro profesores y espontáneamente sacan su bandera chilena y cantan un himno, lejos de los nacionalismos imbéciles, porque eso es el fútbol, una canción de cuna para cada uno de nuestros dolores.
Cien largos años, pasan para que nos miremos a la cara y por fin, los volcanes se calmen, los ríos se desborden sin muertos y la placa infeliz que soporta este territorio se tranquilice en nuestras sonrisas, porque a veces, sólo de vez en cuando, la primavera se recuesta en este territorio y los inviernos del mundo se van con un gran tacle deslizante de nuestras defensas morales.
Mientas sostengo esta bandera, repaso y se me vuelven tantas fotografías a la cabeza: El penal de Caszely; los incendios de Valparaíso y en Torres del Paine; El gol del Pato Yáñez;  Lucien Bouchardeau y su cobro brujo; El 27 de Febrero 2010; La Isla Orrego en Constitución; “Alto Río”; El gol de Salas a los uruguayos en la clasificatorias a Francia 98; El “Perro verde”; Los soldados de “Antuco”; Los volcanes, los volcanes y los volcanes; las marchas por la educación; el título de la Unión el 2013; la despedida de Bielsa; El travesaño de Pinilla; El bisturí de Roberto Rojas; El Mundial de Estados Unidos hinchando por Bolivia en la universidad; El gol de Vargas contra España; Chañaral desapareciendo entre el barro; Chaitén como un pueblo fantasma; la final robada a la Unión en la década del 70 contra Independiente; el Estadio Nacional repleto de prisioneros políticos; El “corto” de Leonel en la esquina norte que derribó al italiano; la patada de Chavarría a Francescoli; La de Raúl Ormeño en las Trágicas clasificatorias a Italia 90; Astengo suspendido por 500 años; Ivo Basay haciéndole un golazo a los brasileños en la Copa América del 87; la niebla de Talca y Rangers tratando de no irse a tercera.
Todas estas imágenes en colores y en blanco y negro, se me vienen a la cabeza, mientras un muchacho de Tocopilla, hace gestos a la cámara, morisquetas que gobiernan los nervios y con toda la rebeldía del nuevo Chile, define la serie ante Argentina con una “Panenka” sacada de otro repertorio.
 La rebeldía.
Este último penal, sacude a Chile, porque Chile se sacude hace rato, de nuestros dolores; de nuestros miedos; Chile, a través de un penal, por fin puede soñar despierto.
Ya volveré a escribir sobre otras miserias, sobre este mundo que se cae a pedazos en tantos lados.
No todo es herida. Hay sonrisas esperando allá afuera.

Salud, campeones!