jueves, noviembre 18, 2010

La vida es sueño



No cuesta nada. Aún después de esa fatídica pero notable conferencia de prensa de Bielsa, tenía una remota esperanza, como si el canto de 45.000 leones anoche, en la noche más oscura y más luminosa también de la historia del fútbol chileno, hicieran modificar la opinión y decisión de este hombre que robó pedazo por pedazo nuestra propia identidad. Me equivoqué y lo asumo, mucho más fuerte es la dignidad, mucho más fuerte es vivir y no doblarse como un alambre.
Yo quiero enseñarle a mis hijos lo mismo. A que si se hunde el barco, nosotros traemos el ancla desde el fondo del mar, junto a todos los muertos.
La pelotita es un mero detalle. No minimicemos la alegría de un pueblo que por primera vez se toma de la mano. Ese pueblo que junta las monedas para pagar una entrada, que devora sanguches a la salida del estadio, y que hace que este deporte vuelva en estos años de asquerosidad mercantil, a su origen. Ese deporte con la suegra y la amante en la galería, con los niños y ese nieto inquieto en las faldas del abuelo, ese deporte de la rifa de la pelota en el entretiempo y la foto de tu ídolo al evacuar el recinto.
Por eso y por todo lo demás, (que no es poco) es que la tristeza me emborracha como un gran destilado de nuestros permanentes fracasos. Esa infinita mediocridad que es parte de nuestra camiseta y que por primera vez estaba desterrado en noventa maravillosos minutos.
Más pudieron los otros, los de siempre, los dueños del aire, del agua, del tiempo y las irrelevantes noticias.
No pudieron, eso sí, con el corazón, eso que jamás nos podrán quitar. Eso nos pertenece invariablemente y con ello disparamos a los días que vendrán más largos que nunca.
Hoy la voz del pueblo no es la voz de Dios, porque tal vez dios no existe en esta patria. Porque nos dan duro, nos golpean al mentón hasta tirarnos, pero ya está.
Déjenme volver con el papel picado a mi galería, con mis hijos y mis nietos, este hombre se lo merece.
Yo ahora cierro el boliche. Dejen beber hasta parir esta tristeza redonda.
La vida es sueño.

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